Buscar

Era un dragón blanco




Era un dragón blanco
con alas de plata
con uñas de cobre
y lengua escarlata.

Vivía en una cueva,
guardaba un tesoro:
era un solitario
rodeado de oro.

Un día un caballero
al bosque llegó.
Buscaba el tesoro
del blanco dragón.

Al verlo en la cueva
la espada sacó
y quiso clavarla
en su corazón.

Mas el dragón blanco
levantando el vuelo
le dejó el tesoro
a aquel caballero.

Yo ya estoy cansado
de cuidar el oro,
de ser solitario
¡es tuyo el tesoro!

Y aquel dragón blanco
de alas de plata
de uñas de cobre
y lengua escarlata

se marchó volando
en busca de amor,
por cielos azules
y el cuento acabó.

María García Esperón





Destino y Origen

Destino y origen, de María García Esperón from María García Esperón on Vimeo.

Destino y Origen
no se conocían.
Él nació en el norte.
Ella al mediodía.

Destino es veleta
de viento cambiante.
Origen en cambio
es firme y constante.

Origen es quieto.
Inquieta es Destino.
Los dos sin embargo
son solo un camino.

Destino es un hada
Origen, un conde
viven en un reino
que no tiene nombre.

Viven en un tiempo
que no puede ser
Viven en un cuento
contado al revés.

Dicen que en las noches
Destino tal vez
sueña con su Origen
que no puede ver.

Y que en las mañanas
Origen también
piensa en su Destino
que quiere volver.

No se encuentran nunca
-que no puede ser-
que un conde y un hada
se quieran querer.

Un sueño tan siempre


Detrás de tus ojos
se miraba el mar
detrás de las olas
un triste cantar
de sueños perdidos
de nunca y jamás.
detrás de tus ojos
de dulce mirar.

Un barco velero
surcando el azul
ha traído un sueño
del norte hasta el sur,
ha traído un verso
de espuma y de luz
un barco velero
ligero de azul.

Un sueño muy claro
urdido de sol
de olas y viento
de ausencia y canción.
Un sueño tan siempre
tan lleno de sol
tan libre y callado
tan sueño de amor.

(C) María García Esperón

El Príncipe Niebla


Al fin del camino
de sombras del tiempo
envuelto en leyendas
y brumas de sueños
en una montaña
de muchos senderos
el Príncipe Niebla
guardaba su reino.
No tenía castillo
ni trono ni almenas
no tenía vasallos
ni torres ni aldeas.
No tenía tesoros,
ni foso, ni celdas
ni escudo y caballo,
tampoco princesa.
Vivía solitario
en su alta montaña
envuelto en la niebla
de noche y mañana.
Una tarde un día
se encontró una estrella
que estaba dormida
en una azucena.
Era tan hermosa
que el Príncipe Niebla
quiso despertarla
para hablar con ella.
Y quiso llevarla
a vivir con él
aunque bien supiera
que no podía ser.
Pues la luz de estrella
iba a deshacer
su reino de niebla:
todo iba a perder.
La dejó dormida
soñando con él
y bajó despacio
del atardecer.

(C) María García Esperón

La Princesa Viajera




Allá, hace muy lejos,
en cierto castillo
había una princesa
de extraño destino.

Sin estar dormida
todo el día soñaba
sin estar despierta
de noche viajaba.

Cruzaba los mares
los montes, las selvas
desiertos, pantanos
y valles y cuevas.

Buscaba el castillo
de nunca jamás
donde ella sabía
que podría encontrar

el amor perfecto
imposible, ideal
y la fuente de oro
de la claridad.

La brisa tibia
de su suspirar
hacía a las estrellas
despacio temblar.

Viajera viajaba
por la noche fiel
hasta que la Aurora
se ponía de pie.

Cuando despertaba
se ponía a soñar
con cierto castillo
de nunca jamás.

Despierta soñaba
que podía volar
la almena más alta
deseaba alcanzar.

Ahí contemplaba
con felicidad
a su amor perfecto
imposible, ideal.

Y todas las noches
vuelta a comenzar
sin estar despierta
a siempre viajar.

¿Dónde está la puerta?



Para Enrique Pérez Díaz,
en su cumpleaños.

¿Dónde está la puerta
que me haga pasar
al sueño en que un día
te pueda besar?

¿Dónde el ladrillo
que pueda aflojar
el muro que ahora
me hace llorar?

Detrás de los mares
y la oscuridad
detrás del silencio
y la inmensidad

brilla tu mirada
de estrella fugaz
como una promesa
por siempre jamás.









Yo te sigo, te imagino



Yo te sigo, te imagino
yo te escucho en el silencio
yo me escapo al infinito
cuando siento que estás lejos.

Y camino en las estrellas
que son fuente del deseo
y en la noche más oscura
brilla la luz del recuerdo.

Porque todo es un principio
y un final, perfecto anillo:
descubrirte es recordarte
terminar es el inicio.

Sumergirse en las alturas
elevarse en el abismo
comprender de qué manera
está tan lleno el vacío

cómo acaricia el dolor
cómo se cumplen los signos
cómo al volverse uno ciego
puede entender el destino.

Yo te sigo por los mapas
que ha trazado el infinito
Si me nombro es por tu nombre
Si te llamo es por el mío.

Y tú acudes tan sincero
silencioso en mis sentidos
que en el árbol de la nada
calla el ave del olvido.

(C) María García Esperón


Más allá


Más allá, al fin del mundo
nuestros sueños se encuentran,
se recuerdan, se miran
y sonríen y se besan.

Más allá de esta tierra
hay un mar de promesa;
ven conmigo a cruzarlo
en un barco de vela.

Más allá estamos juntos
en castillo de arena
en un verso de espuma
de horizonte y espera.

Más allá del olvido,
del no ser, de la ausencia
nuestros sueños se abrazan
y sonríen y recuerdan.

(C) María García Esperón

Cartas


Llegan a veces cartas
 que nos roban el alma
 que nos dejan el cielo
 sembrado de esperanza
 Que nos pintan las nubes
 del color de la calma
 que nos cuentan un cuento
 de ilusión y de magia.
 Que nos ponen un beso
 en los labios del alma
que nos dejan serenos
de futuro y nostalgia.
Que nos dejan sinceros
perfumados de albahaca
de romero y de menta
como sueños del agua.
Son cartas alumbradas
con el sol de mañana
con los rayos tan tiernos
de los dedos del alba.
Palabra para siempre
para siempre mirada
que nos siembra una estrella
en los prados del alma